Tengo que reconocer que cuando imparto formación no solo soy profesor, también alumno. Son numerosas las ocasiones en las que aprendo de las personas que tengo sentadas delante de mí, quienes con sus experiencias e historias reales vividas por cada uno de ellos, me permiten seguir ampliando mis conocimientos. No me avergüenza decirlo, es más, estoy orgulloso de ello y espero seguir haciéndolo siempre que pueda.
Y cuento todo esto porque durante uno de los seminarios sobre gestión de equipo que estaba impartiendo, nos enfrascamos en debatir acerca de lo que significa realmente el “carisma del líder”. Un alumno lo definió lo más o menos así: “una persona carismática es alguien a quien los demás siguen porque pueden confiar en él. Yo he tenido jefes que no tenían que darme muchas explicaciones para llevar a cabo la tarea encomendada, creía en ellos porque se habían ganado mi confianza con el tiempo, con hechos, con ejemplo y siendo auténticos”. Me gusta especialmente la parte final de su definición que durante tiempo he utilizado cuando surgía el tema.
No hace mucho, leyendo un artículo sobre liderazgo, el autor venía a decir que las últimas investigaciones sobre el tema han identificado que los líderes vistos como carismáticos por otras personas compartían 2 aspectos en común (PILARES DEL LÍDER CARISMÁTICO):
- Su comportamiento es coherente con unos valores que comunica al equipo, y que defiende incluso en las situaciones más complicadas.
- Hablan continuamente con el equipo, escuchan a la gente pero sobre todo inspiran a los demás transmitiendo su visión del equipo y del propósito a conseguir. Parafraseando la famosa charla TED de Simon Sinek, hablan del why (del porqué, del propósito) y no solo del what (de lo que hay que hacer).
Estos 2 elementos guardan relación con aquella primera definición realizada por el alumno del seminario. Se repite la importancia de la coherencia y del ejemplo, aunque coloca a la comunicación como habilidad clave para transmitir carisma al equipo.
Si nos paramos a analizar el asunto, llegamos a una conclusión que me encanta. ¡Son acciones que todos podemos hacer!. No hay nada de extraordinario, sobrehumano o excepcional en estos comportamientos.
Con esto no quiero quitar mérito al asunto, liderar me sigue pareciendo una largo camino que exige grandes dosis de esfuerzo y trabajo. Pero si que me gustaría trasladar esperanza para quienes se enfrentan diariamente a este reto, diciéndoles que se puede hacer, se puede aprender, se puede conseguir… aunque a veces no lo parezca.