Es imposible conseguir que mi equipo sea lo que no soy yo. De la misma manera, yo debo ser aquello que quiero en mis colaboradores. No hay mucho más, así de contundente actúa el ejemplo. He comprobado en multitud de ocasiones que un equipo es el reflejo de su líder. Excepciones las hay, pero en el contexto profesional, deportivo, familiar y educativo, encontramos más situaciones donde se cumple lo que acabo de afirmar.
Si eres un jefe que cuida las formas en el trato con otros compañeros, lo más seguro es que tu equipo también lo haga. Si valoras el aprendizaje y el desarrollo continuo, existen muchas posibilidades que tus colaboradores defienda la formación y sean asistentes habituales de las acciones formativas de la empresa. Si eres un líder exigente y meticuloso que cuida la calidad del trabajo hasta último detalle, a nadie sorprenderá que el equipo a tu cargo también lo sea.
El camino del cambio siempre comienza en su jefe. Este debe ser el primero en predicar con el ejemplo y llevar a cabo aquellas conductas que desea observar en el equipo. Es obligación del líder, como modelo visible para el equipo, inspirar a otros sirviendo de modelo en el aprendizaje de aquellas formas de actuación que deseas transmitir a tu equipo. Para conseguirlo te aconsejo que sigas una serie de ejemplo que ya explicaba en mi primer libro “ATM1D A liderar para crear equipos excelentes“:
1.Se consciente de que tu conducta puede ser juzgada por otros y que cada acto aumentará su significado al desempeñar un cargo de dirección.
2. Responde de forma sincera a la pregunta: ¿cómo quieras que tu equipo te vea como líder?. Cuando lo hayas hecho, analiza tu conducta actual e identifica si existe diferencias entre tu visión ideal y la real. Establece acciones para cubrir este vacío desde este mismo momento.
3. Haz un listado de las conductas que te pueden ayudar a establecer estándares de comportamiento que quieres que definan el funcionamiento de tu equipo y puedan servirte para influir de forma positiva a tus colaboradores. Puede tratarse desde aspectos tan sencillos como mantener tu mesa de trabajo ordenada, asistir de forma periódica a formaciones para reciclar conocimientos, o hablar de forma positiva de un compañero de otro departamento.
4.Crea una rutina de conductas de éxito, fijando en tu agenda de forma periódica estas actuaciones hasta que se conviertan en un hábito tuyo y de todo tu equipo.
5. Da visibilidad a las buenas prácticas. No te pido que actúes con arrogancia ni egocentrismo, me refiero a que aproveches momentos para comunicar a tu equipo aquello que para ti es importante y apoyes ese argumento con tu conducta.
6. Recuerda que a veces lo justo está reñido con lo estético. Una conducta que realice el líder y que tenga toda la justificación para llevarla a cabo, puede tener un impacto negativo en el equipo que afecte a tu credibilidad. Claro que al ocupar determinados puestos de responsabilidad en la empresa uno se merece ciertos beneficios, pero analiza cómo puede afectar esa conducta a la imagen que tu equipo tiene de ti.
Si estos consejos no bastan y ya has intentado cambiar a esa persona que estas seguro no sigue tu ejemplo y para nada es reflejo de tu manera de gestionar al equipo, plantéate si puedes seguir intentando nuevas acciones o ha llegado el momento de tomar una decisión más expeditiva en relación a su continuidad en el equipo al que diriges. Al fin y al cabo, tu equipo es un reflejo de ti, lo quieras o no.
Gracias por tu tiempo, lo más valioso que tienes, y no olvides …¡desarrollar tu talento y el de tu equipo!