Un buen amigo me envío hace unas semanas un artículo muy interesante elaborado por Toni Solano y titulado “La invisibilidad del líder”. El texto habla sobre cuales son las cualidades que un líder debería tener para desempeñar con eficacia sus responsabilidades. Aunque se centra en el contexto educativo, entorno que conoce el autor y donde desarrolla su trabajo, y a pesar de que siempre existen diferencias relevantes si lo comparamos con la realidad empresarial, desde mi punto de vista creo que acierta bastante sobre cuáles son esas competencias que conforman el perfil de un líder de personas. Especialmente interesante me ha parecido el último párrafo de ese artículo en el que a modo de conclusión explica la consecuencia que un adecuado liderazgo puede llegar a conseguir. Cito textualmente:” Sin embargo, cuando me ausento durante unas horas del centro y, al volver, descubro que casi todos mis colegas y alumnado hacen funcionar con precisión los engranajes de esta compleja comunidad, me doy por satisfecho y pienso que eso de ser líder consiste, a veces, en ser un poco invisible. Y creo que ellos también lo agradecen.”
Al leer estas palabras recordé una anécdota – historia – chiste malo que escuche hace ya bastante tiempo. El Director General de una empresa le dice a su equipo que se marcha esa misma mañana de viaje y ya no volverá hasta el día siguiente. Sin embargo y por problemas con el transporte, el viaje preparado debe anularse por lo que vuelve a la compañía solo dos horas después de haberse marchado. Su equipo, que pensaba que durante toda la jornada iban a estar “solos”, no fue informado de tal imprevisto. Nada más llegar al centro de trabajo el Director se encuentra a todos sus empleados hablando entre ellos, sin hacer las tareas que les había encomendado y por tanto sin responder a la elevada carga de trabajo que poco a poco se iba acumulando en la empresa. La sorpresa fue mayúscula por ambas partes, el Director General porque no podía creer esa imagen nada profesional que estaba viendo, sus empleados en cambio porque no esperaban la vuelta de su jefe tan rápido. Ante esta situación les pregunta: “Pero…¿por qué no estáis trabajando?”. Uno de ellos, dando muestras de gran pero quizás también excesiva sinceridad responde: “ah, vaya…perdone jefe… pero es que no le hemos visto entrar, ahora nos ponemos”.
En esta historia queda claro que el líder debe ser, y estar, siempre visible para que el equipo trabaje y asuma sus responsabilidades. Aquí más que mirar a los trabajadores, que también por supuesto tienen parte de culpa, habría que poner el foco en el propio Director General y sobre el estilo de liderazgo que está ejerciendo. Todo parece indicar que este se basa en la desconfianza y el control, lo que provoca que en el momento que él desaparece de la empresa, lo hace también la fuente la fuente de posibles sanciones dando lugar a todo un conjunto de conductas inadecuadas por parte del equipo.
Una de las grandes responsabilidades de un líder es la de crear un equipo que funcione eficazmente aún si estar él presente. Hacerse “invisible”, y lo pongo entre comillas porque quiero dejar claro que me refiero solo a la definición de la que estoy hablando y no a dejar de asistir al trabajo o dejar prestar la ayuda que el equipo necesita, se sustenta en una relación de confianza en la que cada empleado tiene claro cuáles son sus responsabilidades y los objetivos que conseguir. No es necesario revisar su trabajo continuamente porque su compromiso con la organización es tan sólido que de manera autónoma el trabajador es consciente de su rendimiento y hace todo lo posible por mejorarlo. Todo ello por el bien de la empresa y de uno mismo, que al final viene a ser lo mismo aunque algunos lo olvidan fácilmente.
El responsable de ese equipo debe asegurar el cumplimiento de los objetivos marcados por la empresa, pero la forma de hacerlo no es a través del control ni de la desconfianza. Basta con dar autonomía al equipo para que haga suyo el trabajo, pero sin olvidar prestar atención a indicadores claros , transparentes y compartidos entre líder y empleado para asegurar la buena marcha de la compañía. El líder mantiene un equipo centrado en los resultados, aunque a través de un modelo basado en las personas y en la confianza, en el empoderamiento y el crecimiento profesional, en la creencia sincera de que la gran mayoría de la gente quiere desarrollar correctamente su trabajo y basta en muchas ocasiones con compartir con ellos un propósito, escucharlos y guiarles, para focalizar ese esfuerzo en la dirección adecuada.
Seamos invisibles para dar visibilidad al equipo.
Gracias por tu tiempo, lo más valioso que tienes, y no olvides …¡desarrollar tu talento y el de tu equipo