En estos momentos que vivimos la paciencia es una virtud que escasea. Lo digo por propia experiencia, últimamente no escucho tanto ni tan bien como debería, y observando la conducta de aquellos con los que me relaciono. Quiero hablar sobre este asunto centrándome, como suelo hacer en este blog, en el ámbito empresarial por ser este el que mejor conozco y donde me siento más cómodo. Aunque también estoy convencido que las mismas conductas que voy a relatar pueden encontrarse en otros muchos contextos.
No es bueno ni justo generalizar, pero en los últimos meses me he encontrado con algunos líderes que pierden la paciencia fácilmente con los nuevos empleados. Toleran muy poco los errores, dan por hecho conocimientos y muestran muy poca empatía en relación a su desempeño. En muchas ocasiones juzgan el rendimiento del nuevo desde su posición actual, desde la meta y no desde la salida, dando lugar a valoraciones precipitadas, incompletas y negativas. Parece que han olvidado con demasiado facilidad que todos hemos sido becarios, los “nuevos” de la empresa, aquellos que iniciábamos un proyecto profesional con las mismas inseguridades y miedos que tuvo el que ahora evalúa de forma injusta al nuevo. No se puede, ni debe, analizar al becario desde la posición que se ocupa actualmente en la organización. Esta es el fruto de muchos años de experiencia, los que no tiene el nuevo, y de muchos conocimientos adquiridos gracias a aquel profesional con mas antigüedad que tú, ese mentor o jefe que te ofreció la ayuda que necesitabas aquellos días. Sin el tiempo que compartió contigo y la paciencia mostrada, es posible que no hubieras conseguido todo lo alcanzado profesionalmente.
¡Qué rápido olvidamos nuestros primeros meses en la empresa!
Es nuestra obligación como líderes enseñar, formar y ayudar a los nuevos. Empatizar con ellos, tener en cuenta que esas dificultades con las que se encuentra tú también las viviste hace años. Recuerda que no eres especial, quiero decir y no te enfades :), que tu también has sufrido en mayor o menor medida lo mismo que experimenta el nuevo ahora.
Con todo esto no quiero decir que nuestra compañía se convierta de la noche a la mañana en un centro de formación y deje a un lado la consecución de objetivos. Decía Guy Kawasaki en su libro “El arte de cautivar” que en las primeras semanas de una persona en el trabajo se debería solo “juzgar las intenciones y no los resultados”. Ese empleado está en periodo de formación y necesita primero aprender y crecer. No le pidamos resultados, de momento, pero si seamos exigentes con su actitud y compromiso. Aquí si que no podemos ser indulgentes, podemos tolerar la falta de capacidad pero no la de motivación. Pasado el tiempo y con la ayuda correspondiente se debe poner el foco ya en los resultados y en el desempeño ya que no hacerlo también sería un grave error del líder.
Por último no olvidemos tampoco que los becarios aportan valor a la empresa, quizás al principio no demasiado, pero forman parte de la organización y podemos orientar su trabajo para que en paciencia esta cada vez sea mayor. Aunque también es cierto que a veces nos podemos encontrar sorpresas como la publicada esta misma semana en los periódicos, donde un becario encuentra un planeta con dos ‘soles’…¡en su tercer día de prácticas!. En este enlace puedes leer la noticia completa. https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2020-01-13/becario-nasa-descubre-nuevo-planeta-soles-395_2408724/
Cuando termines de leer esto y si tienes junto a tí a un becario, mírale con otros ojos e intenta ser un poquito más paciente con él/ella porque como se dijo en “Harry Potter y el Caliz de Fuego”, el cuarto libro de la saga, “si quieres saber cómo es un hombre/mujer, mira cómo trata a sus inferiores, no a sus iguales”.
Gracias por tu tiempo, lo más valioso que tienes, y no olvides …¡desarrollar tu talento y el de tu equipo